EL MESÍAS HUMANO (NO DIOS) DEL LIBRO DE LOS HEBREOS

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El Mesías Humano (no Dios) del Libro de Hebreos

 

 

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     Un especial énfasis es puesto en la humanidad de Jesús en el libro de Hebreos. Claramente Jesús es parte de la raza humana:

 

Heb. 2:17: “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos” (Sus hermanos fueron todos seres humanos.) 

 

Heb. 7:14: “Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá.” (Como el Hijo de David él fue parte de la raza humana.)

 

Heb. 5:8: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”   (El sufrió como cualquiera otra persona humana. Dios no aprende la obediencia.)

 

Heb. 2:18: “Pues en cuanto a él mismo padeció siendo tentado.” (“Dios no puede ser tentado,” Santiago 1:13.)

 

Heb.5:7: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte.” (Si él  hubiera sido Dios, él debería haber estado capacitado para salvarse a si mismo.

 

Heb. 4:4. Dios, no Jesús, reposó en la creación; i.e., Dios fue el Creador.

 

Heb. 2:2. Jesús se une a los Cristianos en la adoración de Dios.

 

     Dunn reconoce que el libro de Hebreos ha sido frecuentemente creído que sostiene la preexistencia de Cristo: “La contribución especial de Hebreos es que parece ser el primero de los escritos del Nuevo Testamento que ha aceptado el pensamiento específico de un Hijo divino preexistente.” Pero note su conclusión:

 

Sería ciertamente ir más allá de nuestra evidencia concluir que el autor ha llegado a la comprensión del Hijo de Dios como habiendo tenido una real preexistencia personal. En pocas palabras, un concepto de un Hijo preexistente, sí; pero la preexistencia tal vez más de una idea y propósito en la mente de Dios que la de un ser divino personal.16

 

 

     Cuando el libro de Hebreos habla de Jesús (Heb. 2:6-8) se remite al clásico pasaje de Salmos que tiene que ver con el destino del hombre: “Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el Hijo del hombre, para que lo visites’ Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra” (Sal. 8:4-6).

 

     ¿Puede ser este pasaje que habla originalmente de la humanidad ser aplicado a Jesús si de hecho él fue Dios? ¿Cómo pudo ser él “menor que Dios (o que los ángeles), y al mismo tiempo, aun como un hombre, ser plenamente Dios?

 

     El libro de Hebreos ha sido usado para apoyar una pasada existencia eterna para el Mesías. Tales pruebas dependen mucho de las deducciones obtenidas de  versos sencillos. Por ejemplo, “Dios...estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Heb. 1:2).  Algunos han supuesto que este verso es evidencia de que Jesús creó el mundo. El verso se traduce más correctamente a través de [no por] quien asimismo hizo el universo”. No hay nada aquí que implique que Jesús creó el cielo y la tierra. Lo que se dice es que el único Dios quien sobre su propio testimonio, como hemos visto, estaba solo en el acto de la creación (Isa. 44:24), estableció los siglos de la historia humana con Jesús en el centro de Su propósito, mucho antes de que hablara sólo a través del Hijo “en estos últimos días”. No es difícil concebir que la vida, muerte, y la gobernación del mundo del Mesías impactará todas las edades, pasada, presente, y futura. La misma figura es hallada en Colosenses 1:15-18. En Hebreos es sumamente significativo que Dios no habló a través de un Hijo en los tiempos del Antiguo Testamento sino sólo “al final de aquellos días” (Heb. 1:2). Hay una fuerte sugerencia aquí que el Hijo no es eterno sino que vino a la existencia como el histórico Jesús.

 

     Lo que emerge de los primeros dos versículos del libro de Hebreos es que Jesús no era el agente de Dios para Israel en los tiempos del Antiguo Testamento. Dios habló a través de otras personas y no por medio de Jesús en el pasado. Los ángeles fueron frecuentemente los agentes de Dios. Esto no significa que el “ángel del Señor”,” que representó al Dios de Israel, era el Hijo de Dios preexistente, como a veces se ha afirmado. Muy específicamente, nuestro autor argumenta, que Dios no se dirigió a ningún ángel como “Hijo” (Heb. 1:5). Este privilegio le fue reservado al único Hijo de Dios, Jesús. Este hecho debería sepultar cualquier teoría de que Jesús preexistió como un ángel. La noción de que él pudo haber sido Miguel, el arcángel, está positivamente excluida por el primer capítulo de Hebreos. El ministerio del Hijo de Dios es por lejos superior de aquel de los ángeles, aunque ellos han sido instrumentos en la dación de la ley en el Sinaí (Gál. 3:19).

 

     El escritor de Hebreos llama a nuestra atención a un periodo de tiempo diferente cuando dice: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando” (Heb. 2:5). El tenía en mente no eventos pasados sino una nueva era que estaba viniendo. La preeminencia del Mesías como cabeza de esta nueva creación del futuro es una enseñanza dominante del Nuevo Testamento. El autor de Hebreos subraya el hecho de que Jesús recibió una herencia superior a aquella de los ángeles. La suya fue una herencia legítima de un hijo primogénito: “Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy?” (Heb. 1:5). Jesús no pudo haber sido Dios. El fue un ser creado por el Padre. El engendramiento  implica principio, y Dios no tiene principio. Jesús fue el primogénito de la nueva creación de Dios. Su origen fue único, que envolvía una concepción milagrosa (Lucas 1:35), pero él no fue ni Dios ni literalmente preexistente. Tampoco fue él el Melquisedec de Génesis 14:18-20. Melquisedec no fue el Hijo de Dios pero sí semejante a él, como dice Hebreos 7:3. Melquisedec de hecho tuvo una genealogía, aunque no está registrada en la Escritura. El misterioso sacerdote, de cuyo linaje no hay un registro Escriturario, no fue el Dios supremo! (Dios de todos modos “no es un hombre” en la Biblia Hebrea). Las traducciones están en lo cierto cuando señalan a Melquisedec como “este hombre” (Heb. 7:14). El es también la persona “cuya genealogía no está trazada de los Levitas” (Heb. 7:6), pero el punto es que es trazable a alguno “cuya genealogía” (v.6) supone que él tuvo una, como todos la tienen. Lo cierto es que toda esta clase de argumentación basada en la ausencia de un registro ancestral de un sacerdote-rey está muy lejana de nosotros en este siglo veintiuno. Esta es la mayor razón por la que la Biblia debe ser estudiada a la luz de su propio contexto y con frecuencia con la ayuda de aquellos cuyo  asunto es estar informados acerca de su antecedente. La mentalidad de aquellos que dicen, “yo sólo estudio la Biblia, no los comentarios” podría resultar ser un pasaporte al desastre y a la ignorancia.

       

     Lo que el escritor a los Hebreos y Pablo trataron de clarificar fue la preeminencia de Jesús como “el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga preeminencia” (Col. 1:18). El hijo primogénito por la ley Judía recibía la más grande herencia. El libro de Hebreos describe la posición elevada del Hijo: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios (Heb. 1:6). Los escritores del Nuevo Testamento hallaron necesario subrayar la magnitud del oficio de Jesús como Mesías. ¿Por qué el autor no afirmó claramente que Jesús era el Dios Único? Esto hubiera establecido su superioridad sobre los ángeles, Moisés y Josué más allá de cualquier duda. Ya que el autor supo junto con Pedro y los Apóstoles que Jesús era el Mesías (Mat. 16:16), él tuvo que demostrar por la Escritura su superioridad sobre todas las otras autoridades creadas. Note también que fue Dios, no Jesús Mesías, quien descansó en la creación (Heb. 4:4). Esto tiene poco sentido si es que el Hijo había llevado a cabo el trabajo de la creación del Génesis---un hecho que él negó en Marcos 10:6. A la luz de Isaías 44:24, Jesús difícilmente pudo haber pensado de sí mismo como presente con Dios en Génesis 1.

 

     Indiscutiblemente la humanidad de Jesús como Sumo Sacerdote fue otro punto especial a ser enfatizado en el libro de Hebreos. Se ha suscitado una confusión, no obstante, sobre el verso ocho del primer capítulo: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo.” Brown presenta las siguientes observaciones:

 

Vincent Taylor admite que en el v.8 la expresión “Oh Dios” es un enunciado vocativo de Jesús, pero él dice que el autor de Hebreos estaba meramente citando el Salmo y usando su terminología sin ninguna deliberada intención de querer sugerir que Jesús es Dios. Es verdad que el punto principal al citar el Salmo fue contrastar el Hijo con los ángeles y mostrar que el Hijo goza de dominación eterna, mientras que los ángeles eran sólo siervos. Por lo tanto en la cita no se estaba elaborando ninguna idea importante del hecho de que el Hijo de Dios puede ser llamado como Dios. Sin embargo no podemos presumir que el autor no advirtió que esta cita tenía este efecto. Podemos decir al menos, que el autor no vio nada de malo en esta forma de tratamiento, y podemos invocar una similar situación en Hebreos 1:10, donde la aplicación al Hijo del Salmo 102:25-27 tiene el efecto de llamar a Jesús como Señor. Por supuesto, no tenemos forma de saber qué significó el “Oh, Dios” para el autor de Hebreos cuando él lo aplica a Jesús. El Salmo 45 es un Salmo real; y en la analogía del “Dios Poderoso” de Isaías 9:6, “Dios puede haber sido visto simplemente como un título real y por lo tanto aplicable a Jesús como el Mesías Davídico.

 

     Raymond Brown detecta correctamente la fuerte atmósfera Mesiánica de Hebreos 1. “El Dios Poderoso” de Isaías 9:6 significa ciertamente, como es definido por el Léxico Hebreo, “un héroe divino que refleja la majestad divina.” Es precisamente ese mismo sentido Mesiánico del término “Dios” que permite al salmista llamar al Rey como “Dios”, sin invitarnos a pensar que hay ahora dos miembros en la Deidad. La cita de Salmo 45:6 en Hebreos 1:8 trae ese mismo uso Mesiánico de la palabra Dios dentro del Nuevo Testamento. No debemos mal entender ese mismísimo uso Judío de los títulos. Es un serio error que el Mesías haya ahora subido dentro del espacio reservado para el único Dios, el Padre. Por más exaltada que sea la posición de Jesús y a pesar de su función de representante de Dios, el estricto monoteísmo unipersonal de la fe de Israel no es nunca comprometido por ningún escritor del Nuevo Testamento.

 

     El escritor a los Hebreos se une al resto de los escritores del Nuevo Testamento en la proclamación de Jesús como el Mesías real de Dios. La promesa del Reino venidero del Mesías hombre es, por supuesto, hallada frecuentemente en la Escritura. Pablo le dijo al mundo Gentil en los términos más claros que Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”

 

     El hombre Jesús vivió y murió en esta tierra y por su obediencia calificó para ser el primer gobernante mundial justo. A través de su resurrección y el poder ahora conferido sobre él por su Padre, él volverá en el tiempo señalado para sentarse en el trono de su padre David, gobernando y juzgando a la tierra. Él permanece, sin embargo, incluso en su estado resucitado como “el hombre, Mesías Jesús” (1 Tim. 2:5), un testimonio a la cosa maravillosa que Dios ha hecho a través del hombre y para el hombre. Uno cometería una grave injusticia contra el escritor de Hebreos al insistir que él estaba tratando de presentar a un Dios-hombre preexistente en el primer capítulo de su epístola.

 

     La frecuente idea repetida de que a menos que Jesús sea Dios no tenemos Salvador, no tiene respaldo bíblico. Al contrario, la Biblia atestigua el plan sorprendente que Dios está ejecutando a través de un ser humano escogido. Debemos comprender que la fuente de toda esperanza Cristiana se encuentra en este hombre, Jesús, a quien Dios resucitó de la muerte. Si Jesús no fuera un miembro de la familia humana, como somos nosotros, entonces no tenemos la seguridad de que los seres humanos pueden ser resucitados a la vida eterna. La resurrección de Jesús probó a la Iglesia que el Mesías hombre era verdaderamente digno de los títulos exaltados atribuidos al Mesías en el Antiguo Testamento. Su resurrección fue la esperanza que motivó a la Iglesia primitiva. Si eso le pasó a un solo hombre entonces les podría suceder a ellos. 

 

www.yeshuahamashiaj.org

 

www.elevangeliodelreino.org

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